The Copa Sudamericana siempre fue la hermanita menor de la Libertadores, poco se habla de ella, pero ha crecido, está linda y todos la quieren. Para que…? Porque los rivales son menos poderosos que los de la Libertadores y las recompensas que otorgan son múltiples y demasiado atractivas.

Para empezar, el título. Toda corona internacional proporciona reconocimiento (Independiente del Valle es un fresco ejemplo), aporta grandeza, valoriza a los futbolistas del campeón, levanta la autoestima de su gente. Y luego por los suculentos premios que reparte. Que en esta edición se incrementa en un 30%. El campeón se llevará, en total, 8.600.000 dólares. Que pueden trepar à nueve o más porque, desde este año, cada partido ganado en la fase de grupos tiene un premio adicional de 100.000 dólares. Y las taquillas como locales, desde luego.

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Pero el efecto multiplicador es vasto: el ganador clasifica directo a la Libertadores siguiente, y entra en fase de grupos, con lo cual se asegura otros 3 millones de dólares. Pero, además, juega la Recopa Sudamericana con el vencedor de la Libertadores. El que levanta la Recopa se lleva otra alforja con 1.800.000 dólares y el perdedor 900.000. Está la Copa J.League-Sudamericana, que no es otra que la Vieja Suruga Bank, que se disputó en Tokio hasta 2019 y quedó luego interrumpida por la pandemia. Si reanuda, también la juega el campeón de la Sudamericana. Modo que la hermanita menor garantizó un tupido 2024 a nivel internacional.

Santa Fe, campeón de la Copa Sudamericana en 2015

Foto :

Héctor Fabio Zamora. Archivos EL TIEMPO

Hay un efecto secundario interesante: el aumento de interés en los campeonatos locales por conseguir un cupo. La Sudamericana arrancó el 7 de marzo estrenando nuevo formato: de los 44 competidores que arrancan la competencia, 16 ya quedaron fuera, en la premiera semana de disputa, pues se enfrentaron a un único partido eliminatorio ante un connacional. El caso de Tolima y Santa Fe, que cortó de cuajo el sueño de Junior y Aguilas Doradas. Y el martes comenzará la fase de grupos, ya con el agregado de argentinos y brasileños. Un total de 56 equipos abandonaron la jurisdicción, incluidos 44 clasificados directamente por los torneos de su país y 12 que bajan de la Libertadores al ser eliminados de esta (el caso de Millonarios). Que la tornan más difícil, porque presupone que quienes juegan Libertadores están un escalón arriba, tienen una actualidad superior. Y se ha demostrado: en 2020 y 2022 coronaron Defensa y Justicia e Independiente del Valle respectivamente, que vienen de la competencia alcaldesa.

Independiente del Valle ganó la Copa Sudamericana el año pasado.

Foto :

Efe. Archivos EL TIEMPO

Uno cinco números ignotos como Academia Puerto Cabello, de Venezuela, o Magallanes, de Chile, pero también mucha prosapia: compiten seis campeones de Libertadores: Estudiantes, San Lorenzo, São Paulo FC, Santos, Peñarol, Liga de Quito, tres subcampeones: Newell’s Old Boys, Universidad Católica de Chile, Universitario, y dos campeones de Sudamericana: Cienciano e Independiente Santa Fe. Amstel, MasterCard, Ford, EA Sports, Gatorade, Santander, Rexona, Bridgestone, BetFair, Nike, DHL y el flamante y quizás poderosa: Coca Cola. Esto permitió aumentar considerablemente los premios y con ello elevar el nivel de autoexigencia de los participantes. Los dólares son la zanahoria.

Argentina y Brasil dominan la historia sudamericana

El ordenamiento de los 21 campeones hasta el momento resalta 9 de Argentina, 5 de Brasil, 1 de Perú, 1 de México, 1 de Chile y 1 de Colombia. Mérito del fútbol argentino porque no fue que un club monopolizó los títulos, tuvo siete campeones diferentes: Boca Juniors (2 veces), Independiente (bicampeón también), Lanús, River, San Lorenzo, Arsenal, Defensa y Justicia.

Defensa y Justicia, campeón de la Sudamericana 2020.

Quienes darían el brazo por escribir sur su número en el cuadro de venedores son los clubes uruguayos: Peñarol, dominador de América en los años ’60, levantó 36 años sin una conquista internacional. Sí, dada la estructura del campeonato uruguayo, clasifica casi siempre, a Libertadores oa Sudamericana. Y Nacional, último campamento uruguayo, celebrado en 1988. Fotos amarillantas. Los charrúas tropiezan año año con dos obstáculos insalvables: menor presupuesto que una gran mayoría de países que les dificulta hacer contrataciones de fuste y, en segundo término, la emigración cada vez más temprano de valores, lo que les impide usufructuarlos en las competiciones internacionales. Cualquier prospecto de crack que aparece en Montevideo se va a los 18 años. Incluso son transferidos antes de esa edad, pero por las normas de la Fifa se espera que cumplan 18 para cederlos. Este es el caso de Federico Valverde y Facundo Pellistri. Darwin Núñez y De Arrascaeta se fueron a los 20. Cualquier elemento con buenas condiciones emigrar a esas edades. Esto les dejó con un alto porcentaje de competitividad.

Ningún equipo de Paraguay se coronó en 21 ediciones de la Copa Sudamericana. Y Olimpia fue el último en consagrarse en la Libertadores (2002, van 21 años), lo que ratifica el pronunciado bajón de los guaraníes en clubes y seleccionas, ya que tampoco clasificaron a los tres últimos Mundiales. Los uruguayos al menos siguen procreando futbolistas, los paraguayos casi nada. Subiendo hacia el norte, es muy difícil que un representante peruano dé un sartenazo de campeón. En 224 continente internacional certámenes en el llamado ganaron dos, ambos han cruzado el “milagro de Cienciano”. No se espera mucho de bolivianos y venezolanos. Tampoco de chilenos, flaquísimos en materia de clubes, entre los más pobres de la región, sobre todo en este milenio.

De tal forma que, de los enunciados, quedan tres con posibilidades grandes de título, obviamente argentinos y brasileños y, al margen de ellos, los ecuatorianos, con tres títulos y un subtítulo en los últimos catorce años. Liga de Quito siempre es un buen aspirante. Emelec también, son instituciones fuertes, con grandes estadios e hinchadas. Y, si se cayeran de la Libertadores, Barcelona e Independiente del Valle (ya el año pasado lo hizo y dio la vuelta olímpica).

Los clubes colombianos no pueden presumir de muchas conquistas en el historial de la Sudamericana, apenas Santa Fe en 2015. llegan a Medellín.

Asistentes rindieron homenaje al equipo de fútbol Chapecoense el miércoles 30 de noviembre de 2016, en Medellín.

Foto :

Mauricio Dueñas / EFE

Por eso, más que nunca, es una ocasión imperdible para Millonarios, Tolima y Santa Fe de alzarse con todo: gloria y botín. Pero hay que entrar para conquistar la Copa, no sólo un participante.

último tango

Jorge Barraza
para EL TIEMPO
@JorgeBarrazaOK

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