El bloqueo terrestre y marítimo impuesto por Israel a Gaza desde 2007, cuando el movimiento de resistencia islámico Hamás se hizo con el poder en la franja palestina, dejó atrapados a sus más de dos millones de habitantes en un territorio minúsculo declarado “inhabitable” por Naciones Unidas. El espanto que sufren desde hace tres días de guerra abierta entre el ejército de Israel y las milicias palestinas del enclave amenaza con convertirse en un infierno tras la orden de “cerco completo” dada este lunes por el ministro de Defensa, el exgeneral Yoav Gallant. El veto al suministro de agua y comida y, en particular, el de electricidad y combustible, persigue asfixiar la retaguardia de Hamás, mientras la artillería y la aviación siguen machacando sus bases en represalia por el masivo ataque por sorpresa que lanzó el sábado, en el que capturó más de 150 rehenes.

Hamás, por su parte, ha afirmado que comenzará a ejecutar a un cautivo civil israelí a cambio de cualquier nuevo bombardeo que lance Israel sin previo aviso. El portavoz del brazo armado de la organización, Abu Obaida, ha afirmado que hasta el momento han estado actuando de acuerdo con las instrucciones islámicas al mantener a los cautivos israelíes sanos y salvos. “Cualquier ataque contra casas inocentes en Gaza sin previo aviso y alerta se enfrentará a la ejecución pública de un rehén”, ha señalado en un comunicado citado por Efe. “La ejecución será de rehenes civiles, no militares, y se transmitirá en línea”.

Más de 900 personas han perdido la vida en Israel desde el sábado y otras 2.600 han resultado heridas. En Gaza se cuentan al menos 687 víctimas mortales palestinas y 3.726 heridos. El ejército israelí, que ha lanzado cientos de ataques, insiste en que sus objetivos son los centros militares de Hamás, que gobierna el territorio palestino al margen de la Autoridad Nacional Palestina, dominada en Cisjordania por el partido nacionalista laico Fatah, del presidente Mahmud Abbas.

El ejército ha anunciado al mediodía del lunes el fin de los combates con los grupúsculos de milicianos infiltrados en las poblaciones israelíes que rodean la Franja, y que aún seguían al empezar el día. “Pensábamos que ayer [por el domingo] ya tendríamos pleno control”, reconoció el portavoz militar, Richard Hecht. Los portavoces castrenses advierten, no obstante, de que “todavía puede haber terroristas ocultos en el área”. Es a esa zona a la que impiden cruzar soldados apostados en los accesos. Sus residentes han sido evacuados y se sospecha que aún quedan palestinos armados. Es, además, la más castigada por los cohetes cuando crece la tensión con Gaza.

Los bombardeos aéreos israelíes sobre Gaza, que golpearon en las últimas horas una mezquita y un mercado y causaron decenas de víctimas, se escuchan con tanta fuerza como frecuencia desde la ciudad de Ashkelon, a 13 kilómetros de Gaza, y donde un cohete ha herido a cuatro personas, una de ellas de gravedad. “¿Somos nosotros o ellos? Todo ha cambiado tanto que ya ni estoy seguro”, pregunta Avi mientras se sobresalta del ruido al repostar su vehículo. Casi todos los comercios están cerrados y las gasolineras solo funcionan en modo de autoservicio. El lugar con más vida de Ashkelon es el hospital.

Proyectiles de artillería alineados junto a un vehículo blindado mientras soldados israelíes toman posiciones cerca de la frontera con Gaza, en el sur de Israel, este lunes.JACK GUEZ (AFP)

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En una de las carreteras que lleva a la ciudad circulan pocos coches, pero en los arcenes hay, de repente, cientos de vehículos de particulares aparcados en fila. Israel ha movilizado de forma masiva a los reservistas (300.000, en un país de casi 10 millones de habitantes) a raíz del ataque, con vistas tanto a la ofensiva en Gaza como a vigilar las fronteras con Líbano y Siria, en el norte. Cuatro vehículos militares de transporte cargaban tanques en dirección al sur en la autopista 6 en las inmediaciones de Tel Aviv. Cada pocos kilómetros se puede encontrar una “esquina caliente”, como se denomina a los puntos donde los voluntarios reparten comida y bebida a los soldados. “Todos estamos con vosotros”, reza un cartel en letras de colores que cuelga de un puente.

Las brigadas Ezedin Al Qasam, brazo armado de Hamás, aseguraron en un comunicado que un cuarto de los israelíes capturados como rehenes perdieron la vida en Gaza en un bombardero nocturno de las Fuerzas Armadas de Israel junto con los milicianos que les custodiaban. En Beittar Illit, en la provincia de Jerusalén, cuatro personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad, por el impacto de cohetes lanzados desde la franja palestina. Las alarmas de alerta antiaérea volvieron a sonar en la tarde del lunes en Jerusalén, donde no se habían escuchado las sirenas desde 2021. Desde el sábado, las milicias de Gaza han lanzado más de 4.400 cohetes. Muchos han sido interceptados por escudos antimisiles Cúpula de Hierro, según fuentes castrenses.

En un inesperado giro de la tensión en el norte de Israel, un miembro de la milicia proiraní Hezbolá ha muerto en un ataque israelí con helicópteros en una zona fronteriza con Líbano. En respuesta, Hezbolá ha atacado en el norte de Israel. Los incidentes armados entre las fuerzas de Hezbolá y el ejército israelí, que libraron una guerra abierta en 2006, se han sucedido en los últimos días, agitando el riesgo de la apertura de un nuevo frente de combates en la línea divisoria territorial con Líbano. Un portavoz de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) confirmó a Reuters la gravedad del último enfrentamiento y llamó a la contención a ambos lados de la llamada Línea Azul.

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