Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea, Colonia, Budapest… Siete señoriales ciudades europeas han visto coronarse al Sevilla, increíble coleccionista de Copas de la UEFA, que el miércoles llevó la séptima a Andalucía en medio de una euforia excepcional de sus hinchas, locos con este club que transforma cuando llega a las lineas continentales.

Al comenzar su derrotero en la Europa League, a mediados de febrero, el Sevilla estaba peligrosamente amenazado por el descenso, pero fue saltar al campo internacional y resurgir. El pasa somnpre. Tanto que acaba de poner tierra de por medio entre los máximos ganadores de esta competición: 7 tiene el Sevilla, 3 el Inter, Juventus, el Liverpool y el Atlético de Madrid. Doblemente increíble porque el equipo sevillano ha sido apenas una vez campeón de España, en 1946. Se le da mayor afuera. Y esta copa la calza justa. Se agranda, se torna epico y se impone a las adversidades.

(Lea también: Sevilla, el rey de la Europa League: otra vez campeón, contra la Roma de Mourinho)

Festejo del Sevilla ganará la Europa League.

Roma será un rival difícil, llegaba con los afilados colmillos, dispuesto a ganar un trofeo grande, con José Mourinho en el banco, especialista en Europa si los hay, y con una multitud detrás empujando como nunca. Era posible sacar el cuadro italiano con un zurdazo de Paulo Dybala, que no se sabía si jugaría por venir de una lesión, pero Mou confiaba en su categoría. Y el cordobés la cumplió, en la única que tuvo, facturó, aunque aguantó sólo 68 minutos en campo.

A los 60 años, Mourinho buscó su título número 27, impresionante palmarés para un técnico que nunca fue futbolista ni ha impuesto un estilo personal o una nueva táctica. Lo suyo es pura personalidad, el liderazgo total. O estás con Mou o debes irte. Su tremendo carácter no admite grietas ni renuncia a los grupos que maneja. El vestuario es suyo. Yes lo sabe desde el jugador más cotizado hasta el último de los tifosi, pasando por el presidente. Si se contrata a Mou tienes que darle las llaves. «Todos los equipos italianos han cambiado la forma de jugar, abandonaron el ultradefensivismo y se animan a atacar, a hacer un fútbol llamativo y espectacular, el único que sigue como antes es la Roma, con Mourinho, pero es tan carismático que desde que llegó hay sold out en todos los partidos”, dice Massimo Tecca, prestigioso periodista italiano (y romanista, aunque él se muerda los labios antes de confesarlo).

El portugués es el único empresario que ha conquistado competencias muy europeas: Champions (con Oporto e Inter), Europa League (con Manchester United) y Liga Conferencia (con Roma). El universo escarlata celebró su llegada como el retorno de Julio César al Imperio. Luego, al ganar la Liga Conferencia lo entronizaron, y ahora es amo de vidas y haciendas. Si triunfaba el miércoles lo hubiera proclamado el Noveno Rey de Roma. El Octavo es Paulo Roberto Falcão, el sensacional centrocampista brasileño que enamoró a los romanos en los ochenta.

Mou no se ruboriza: dispuso una línea de cinco hombres en defensa, con dos volantes de marca delante, un mixto como Pellegrini y un solo creativo: Dybala. In el banco de enfrente, el vasco José Luis Mendilibar manifiesta algo más generoso, un ounce más adelantado, con más elementos de buen pie. Los plantes son muy parejos, aunque el andaluz no posee una clase A como Dybala. Y Dybala no estaba al cien por ciento. Of 9 los dos alinearon un grandote tipo tanque de área: el inglés Abraham en la Roma, el marroquí En-Nesyri en el Sevilla. Tras un buen Mundial, En-Nesyri ayudó mucho al Sevilla, marcó 16 goles. No obstante, ambos pasaron inadvertidos.

José Luis Mendilibar, el triunfo de la humildad

Quien ganó la pulseada al final fue Mendilibar, la contrafigura absoluta de Mourinho. Hombre tranquilo, modesto, de perfil bajo, sin ningún cartel, llegó a Sevilla recién el 21 de marzo para sustituir a Jorge Sampaoli (No pudo mejorar el rendimiento del equipo, que comenzó muy mal la temporada con Julen Lopetegui) y en medio del incendio que supuso la cercanía con el fondo de la tabla, captivated a los players con su sencillez. Mendi, como gusta que lo llamen, tomó al Sevilla en situación angustiante, dos puntos arriba del descenso en la liga. Al final terminó salvándolo comodamente y ganando esta Europa League.

Una consagración que ya una fortuna en la tesorería blanquirroja. Para la 5ª fase que atravesó en Europa League se embolsó 14.900.000 euros de primas. A ello se suman 4.224.000 por tener el mayor coeficiente de esta competencia, más 2.940.000 por victorias y empates obtenidos. Pero, como el Sevilla llegó de la Champions (eliminado en primera fase), deben sumarse 20.300.000 que embolsó en Champions. Total, 42.364.000 millones de euros. Más las taquillas de 7 fiestas locales, que las dejaron unos 22.000.000. A todo ello, sumarle el reparto del Market Pool de la Europa League, un pozo común procedente de la TV que se reparte entre todos los participantes. Y los 15 M€ por clasificar a la Champions 2023-2024. O sea, cosecó gloria y fortuna en una temporada que arrancó pésima y en la que tuvo tres técnicos.

A Ferenc Puskas le hubiera gustado otro tipo de finale en su casa. Quizás el duende del máximo genio húngaro haya sobrevolado el estadio que lleva su dorsal (el imponente Puskas Arena) para ver la definición de la Europa League entre el Sevilla y la Roma. Él, que era un exquisito, no habría avanzado un encuentro con pocos goles -terminó 1 a 1- y con muchos más nervios y roces que juego. Únicamente en la final de la Copa de Campeones de Europa de 1960, Puskas marcó 4 goles en el fantástico Real Madrid 7 – Eintracht Frankfurt 3. Claro, era otro fútbol, ​​otro mundo. Se atacaba con cinco y se defendía con dos o tres. Había espacios por doquier, se marcaba de lejos y el ritmo lento favorecía las maniobras individuales. Además, casi no se sabía cómo jugaba el rival. Eso daba ventajas al crack. Ahora, el malo con mucha información logra anular al bueno.

Sevilla-Roma, final de la Europa League

Fue 1 a 1 en los 90 minutos regulares, hubo alargue (no terminaba nunca) y penales. Y en los penales se impuso el equipo blanco por 4 a 1. De cuatro disparos -no hizo falta ejecutar el quinto- Mendilibar hizo rematar a tres argentinos: Lucas Ocampos, Erik Lamela y el gran especialista Gonzalo Montiel (quien pateó el último de Argentina frente de Francia en Catar). Sin duda el DT tenía fe en la fuerza mental de los albicelestes. Los tres convertidos.

Mourinho, exasperado como nunca, fue al estacionamiento de los ábitros a increpar al juez Anthony Taylor cuando se iba, por un supuesto penal del brasileño Fernando, del Sevilla. Sí, la pelota le pegó en el brazo, pero estaba contra el cuerpo y el inglés no lo concedió. A nuestro criterio es actualmente uno de los tres mejores referentes del mundo junto con su compatriota Michael Oliver y Wilmar Roldán.

(Lo interesante: Hinchas de la Roma fichó al árbitro Anthony Taylor en Budapest)

No parecía la hermana menor de la Champions. En la previa, la pompa en la final de la Europa League fue prodigiosa en presentación y en público. Sevilla, el Rey de la UEFA llevó 13.000 hinchas a Budapest, Roma seguramente el doble. El cuadro romano es una especie de Boca en el rubro popularidad: fieles, apasionados, gritones.

No hubo derroche estético, sí tensión, ardor, entrega, passion por ganar. La belleza tiene muchos rostros. El combate es uno de ellos.

El tango definitivo…

Jorge Barraza
para EL TIEMPO
@JorgeBarrazaOK

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