Bill Ford, presidente de Ford y miembro de la quinta generación al frente de la empresa, ha hecho este lunes un llamamiento al sindicato UAW para que ponga fin a la huelga contra los Tres Grandes del motor de Detroit (General Motors, Ford y Stellantis) que acaba de entrar en su segundo mes. Ford se ha autoproclamado como el dirigente empresarial más prosindical del sector y ha advertido de que el futuro del sector en Estados Unidos está en peligro por los paros, que benefician, ha dicho, a Tesla, Toyota, Honda y los fabricantes chinos.
El presidente de la compañía ha lanzado un mensaje de algo menos de 10 minutos que ha sido retransmitido por la compañía a través de su web y de las redes sociales. Ford sale a la palestra días después de que el sindicato del sector, United Auto Workers (UAW), decidiese paralizar su fábrica más rentable, en Kentucky, al llamar a la huelga a sus 8.700 trabajadores sindicados.
“Si [la huelga del motor] continúa, tendrá un gran impacto en la economía estadounidense y devastará las comunidades locales. La base de suministros es muy frágil y empezará a colapsarse con una huelga ampliada. Pero no tiene por qué ser así. Podemos detener esto ahora. Y hago un llamamiento a mis grandes colegas de la UAW, a algunos de los cuales conozco desde hace décadas. Muchos son amigos personales cercanos. Tenemos que unirnos para poner fin a esta enconada ronda de conversaciones. Sigo creyendo en un futuro brillante, que podemos construir juntos”, ha dicho el ejecutivo en su intervención.
El presidente de Ford ha señalado que el sector se encuentra “en una encrucijada”. “Elegir el camino correcto no solo tiene que ver con el futuro de Ford y nuestra capacidad para competir. Se trata del futuro de la industria automovilística americana. Los dirigentes de la UAW nos han llamado enemigos en estas negociaciones, pero yo nunca consideraré enemigos a nuestros empleados. No debería ser Ford contra la UAW. Debería ser Ford y la UAW contra Toyota, Honda, Tesla y todas las empresas chinas que quieren entrar en nuestro mercado nacional. A Toyota, Honda, Tesla y los demás les encanta esta huelga. Porque saben que cuanto más dure, mejor para ellos. Ellos ganarán y todos nosotros perderemos”, ha afirmado.
Las citadas compañías no están sindicadas. Por lo general, sus empleados industriales en Estados Unidos tienen salarios más bajos que los de Ford, GM y Chrysler, filial de Stellantis. Han ido ganando cuota de mercado de forma consistente durante las últimas décadas, en parte por su ventaja de costes y en parte por errores de gestión y falta de calidad y de inversiones de los fabricantes estadounidenses. Bill Ford, bisnieto de henry Ford, fundador de la empresa, advierte del riesgo que supone la falta de recursos para nuevas inversiones: “Es la savia absoluta de nuestra empresa. Y si la perdemos, perderemos frente a la competencia. América pierde. Se perderán muchos puestos de trabajo. Las inversiones futuras perderán fábricas como en la que estamos hoy aquí. Y las comunidades periféricas sufrirán mucho”, ha dicho.
La huelga del motor empezó el 15 de septiembre con la paralización de una planta de General Motors en Wentzville (Misuri), que fabrica el GMC Canyon y el Colorado; otra de Ford en Wayne (Michigan), que monta el modelo Bronco y la camioneta Ranger, y una tercera de Jeep, de Stellantis, en Toledo (Ohio), de donde salen los modelos Gladiator y Wrangler. En total, emplean a unos 14.000 trabajadores.
La semana siguiente, el líder del sindicato, Shawn Fain llamó a plantarse a cerca de otros 6.000 trabajadores de 28 centros de distribución de Stellantis y GM repartidos por 20 estados, salvando de la quema a Ford por haber mostrado una mayor voluntad negociadora. Sin embargo, el viernes 29 de septiembre, el líder sindical convocó a la huelga a 7.000 trabajadores adicionales de la UAW en dos plantas: la de Ford en Chicago (Illinois), de donde salen los modelos Explorer y Lincoln Aviator y la de Lansing Delta de GM en Lansing (Michigan), que monta el Buick Enclave y el Chevrolet Traverse. En esa tercera ronda fue Stellantis la que se salvó de verse afectada por paros adicionales gracias a una oferta de último minuto.
El 6 de octubre, Fain anunció importantes progresos en las negociaciones y renunció a ampliar la huelga, pero unos días después dio la sorpresa al convocar el paro en la planta más rentable de Ford, una fábrica de camionetas y vehículos de alta gama situada en Kentucky que genera unos 25.000 millones de dólares anuales.
El sindicato UAW tiene 146.000 afiliados en esos tres grupos en Estados Unidos, de los que hay cerca de 20.000 en huelga. El sindicato reclama mejoras salariales, la supresión de la doble escala salarial y la garantía de una transición justa hacia el coche eléctrico. Las compañías ofrecen ya subidas de entre el 20% y el 23% en cuatro años y han hecho concesiones en otros puntos clave, que varían de compañía a compañía, como la posibilidad de convocar huelgas para evitar cierres de plantas, la de que se incluya en los convenios del sector a los trabajadores de plantas eléctricas, suavizar la doble escala salarial e introducir ajustes por la inflación.
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