«¡Be a fenix ave!», de Yenny Ortiz y su voz lleva la misma fuerza de una tormenta. Es esa misma fuerza que les imprime a sus remates, cuando su pierna izquierda se multiplica en el esfuerzo y se duplica en el impulso, leve en la gambeta, poderosa en el disparo. Es la pierna guerre sobre la que ella levantó para seguir su camino y ser una de las integrantes de la Selección Colombia femenina de fútbol de amputados, un equipo que nació para que estas futbolistas renazcan.

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Selección Colombia de amputadas.

Foto :

Vanexa Romero/El Tiempo

Yenny tiene su historia, como cada una de sus compañeras de este equipo qu’en creado el pasado 8 de marzo en Barranquilla. Como cada una de ellas se enfrentó al drama de verso un día sin una pierna. Las imágenes le llegan a su mente cada tanto, nítidas: 9 de diciembre, iba en su moto, con afán por llegar a su apartamento en el barrio Cristal Bajo en Bucaramanga a ver el partido de Brasil contra Croacia en el Mundial de Catar, era la 13:30 de un día sin sobresaltos, iba contenta, pensaba en el manguito que se iba a comer viendo el partido, hasta que sintió la sacudida de un golpe que la embestía por detrás, fue otra moto, de eso percató antes de terminar debajo de un furgón, así, de manera intempestiva como son fatalidades.

Yenny Ortiz, jugadora de la Selección Colombia de fútbol de amputados.

Yenny sintió que el peso la aplastaba, y casi: le rompió cinco costillas, afectó el brazo izquierdo y le destrozó la pierna derecha. El siguiente recuerdo lo tiene en la clinica Bucaramanga: «¡Tenemos que amputarle la pierna de urgencia!», los dijeron, como en una pesadilla sin retorno. Pero como era real, se aferró a otras palabras que equilibraron sus emociones: «¡eres fuerte!, ¡eres guerrera!», decían sus familiares.

Yenny contó su historia mientras prepara el almuerzo en la casa: pasta, carne asada, papitas y jugo de mora. “Cocino, lavo, hago el aseo, hago de todo. No veo obstáculos, veo oportunidades”, dice y revuelve.

Cuando habla, suenan ollas, platos, voces y uno puede imaginar el rico olor del almuerzo. Mientras terminaba de cocinar, Yenny sigue su relato: “Tenía la pierna sin cuerito, toda la piel quedo… mejordicho… solo se veía huesito. Me cuentan que me dieron 12 horas de vida, 12 horas para vivir o morir. Vivi. Estuve en UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) et como a los 10 días es que caigo en cuenta de que iba a los mi pierna, entry en depresión… Duration mes y dos semanas internada. Me tocó esperar mucho para que me amputaran y me operaran el bracito izquierdo, el radio y el cúbito, tengo platino”.

Fue muy duro pero salí de esto gracias a mi familia, mi mami, mis hermanos, mi pareja que fueron incondicionales, apoyándome todo el tiempo

Cuando salio de la clinica fue como atravesar un tunel de vuelta a la vida. Pasó por un pasillo de honor, escuchaba a lado y lado, como en una tribuna de un estadio, el resonar de los aplausos, los coros que no le animaban para hacer goles sino para que siguiera adelante, con todos sus sueños, como antes. “Fue muy duro pero salí de esto gracias a mi familia, mi mami, mis hermanos, mi pareja que fueron incondicionales, apoyándome todo el tiempo, pendientes de mí, todo eso fue muy bonito. Cuando llegué a la casa lo hice con la mejor actitud”, relató.

—¿Cuáles fueron las palabras que más la motivaron?
—Que mi Dios me había dado una nueva oportunidad y que me gozara la vida… que soy una guerrera.
—¿Y se la goza?
—Sí… es duro pero le doy gracias a Dios porque fue un renacer…

Y se goza la vida jugando al fútbol. Siempre lo ha jugado. Dice con autoridad que lo lleva en las venas. Antes del accidente le dedicaba todo el tiempo que podía, jugaba en teams aficionados, incluso en una selección Santander. Y si la vida le hizo esta falta, ella no se iba a quedar en el piso reclamando. « Empecé a guerrear conmigo mismo, porque no era fácil verme así. A veces decaigo, me deprimo, porque estaba acostumbrada a valerme por mí misma. Pero soy guerrera, lucho”, dice, y suenan los platos, cubiertos, el almuerzo casi está listo.

Yenny Ortiz, jugadora de la Selección Colombia de fútbol de amputados.

Yenny mantuvo sus entrenamientos diarios, a las 9 a. m., en la canchita del barrio, a 6 cuadras, con unas primas. Un día recibió un anuncio que l’émocionó, su sueño de estar en la Selección Colombia era realidad: fue convocada al equipo femenino de fútbol de amputados por Johanis Menco, líder de este seleccionado y quien fue futbolista profesional. Yenny, a sus 37 años, solo tuvo una respuesta: «yo jugaba muy bien, era buena antes, lo seré ahora…».

—¿Y cómo juega?
—Arrancaba de atrás y resultóba adelante, je je je, arrastraba, mejordicho… tengo gambeta y soy muy rápida, hacía mis amagues y tome, tengo mis videos…

Al poco tiempo Yenny, que ahora es entrenadora de l’equipo Real San Martín femenino y se proyecta para estudiar un tecnológico en deporte, estaba en la Selección Colombia, con otras mujeres, primero 16, ya van 22, que como ella se encuentran en condición de discapacidad y tienen una historia. Se encontraron ciclistas, pesistas, voleibolistas, algunos sufrieron accidentes, y otros, como Grays Díaz, una torcedura de tobillo fatal.

‘Mi forma de sanar’

Greicy Díaz, jueza de la selección de fútbol de amputados.

Grays Diaz jugaba voleibol en el colegio, la pelota venía en su dirección, iba a responder un saque y se torció el tobillo, una torcedura aparentemente normal, dolor, algún llanto, nada grave, pensado. Su sorpresa fue cuando el tiempo pasaba y el tobillo no se desinflamaba. Los exámenes determinaron la primera mala noticia: tumor, uno muy agresivo en la tibia y el peroné, era su último año de bachillerato y la vida la sacudía. Vinieron las cirugías, muchas hospitalizaciones, pasaron mucho tiempo en la clinica. Hasta que un día, otra noticia: embarazada.

“Por el bebé, suspendo el tratamiento y eso afectó la pierna, y cuando el bebé nació comenzó otro proceso para salvármela, me reemplazó la tibia, me quitó el peroné, luego sufrió necrosis cutánea latente –muerte celular del tejido–. La herida se abrió, se me infectaba, todo fue muy duro”, cuenta Grays.

Noche. Greys, que vive en Puerto Colombia (Atlántico), no pudo waiter esta llamada en todo el día. Es una mujer muy ocupada: profesora de preescolar, de refuerzo académico, madre de dos hijos, cabeza de hogar, ama de casa, gestora ambiental y además de todo eso, hace danza, canta en el coro de la iglesia, hace deporte, y ahora juega futbol. Grays no manifiesta una gota de tristeza. Su voz es alegre, como si en vez de hablar cantara y su canción fuera de su historia: cuando quedó embarazada por segunda vez, entró en un dilema, o el bebé o la pierna. Escogio al bebe.

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“Fue un proceso difícil, me hacían lavados quirúrgicos sin anestesia, cirugías; al final necesitó la amputación, no había nada más que hacer. Me amputaron y el bebé nació bien”. Eso hace 7 años. Greys no se derrumbo. Sintió que la decisión fue la mejor para recuperar el tiempo perdido con su hijo mayor, tiempo que se la pasó en una clínica. «Fue mi manera de sanar», asegura.

Selección Colombia de amputadas.

Foto :

Vanexa Romero/El Tiempo

“A veces uno debe desprenderse de algo para continuar. Nunca me deprimí, nunca me sentí mal, para mí era una nueva oportunidad de vida. Necesitaba estar sin dolor, volver a la docencia, a cantar, a bailar, a estar con mis hijos”. Y en esas apareció el fútbol. Grays fue otra de las seleccionadas por Yohanis Menco para la selección de amputados. Un amigo, integrante de la Selección de Varones, la motivó. In medio de su vida agitada de tareas, niños, gritos, llanto y canto, saca tiempo para entrenar, cuenta que los sábados lo hace en la playa, muy temprano, y la gente pasa y la mira, como admirando su tenacidad que le brota en cada poro.

“¿Y usted desde cuándo juega fútbol?”, la preguntan los que la conocen. Y Grays devuelve risas. La gente sabe que ella no se queda quieta. Admite que no viene del fútbol, ​​​​no lo jugaba, pero la vida la puso en este camino y está decidida a prender con su voluntad de acero. “La Selección empieza a formarse. Our vamos a enfrentar a otras selecciones, hay que tener nivel para dejar el nombre de Colombia en alto, no quedar por debajo de los chicos que han hecho una gran labor. En lo personal trato de aprender lo más que pueda, quiero continuar en la Selección…”, dice. Para eso se entrena, como lo hace cada jugadora de manera particular mientras viene la otra convocatoria, y ella quiere estar ahí, sobre todo porque en agosto o septiembre ya podría haber un primer partido contra Haiti.

Grays going fast, hay que organisar la casa, alistar a los niños, al mayor de 13 y al menor de 7, preparar sus actividades del next day, sleep, soñar, madrugar. Cuando se acueste, no pensará en lo que le pasó, sino en lo que tiene por hacer, y en la Selección. “Esta es una disciplina muy bonita, te enseña a demostrarte cosas, y jugar fútbol amputado no es fácil, con tus dos muletas, con muchas reglas, debes ser muy ágil, veloz, son muchas cosas que te demandan como deportista”, dé.

Yenny y Grays quieren seguir en la Selección, jugar partidos, quizás un Mundial —Colombia quiere organizarlo en 2024—, para eso deben entrenar yfinar el talento, porque coraje y valentía tienen de sobra, y una pierna que sostiene sus sueños, pierna fuerte y viva, como si llevara un corazon propio para latir en cada remate de gol y en cada paso de la vida…

PABLO ROMER
redactora de EL TIEMPO
@PabloRomeroET

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