La historia de Nina Jankowicz es única y, al mismo tiempo, casi un lugar común. En abril de 2022, la Administración de Biden la llamó para dirigir una recién creada Junta de Gobernanza de la Desinformación, dentro del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Entonces Jankowicz tenía 33 años y era conocida en los círculos académicos por su experiencia en Ucrania y por haber publicado dos influyentes libros: uno sobre desinformación política (How to lose the information war, o Cómo perder la guerra de la información) y otro sobre el ciberacoso machista (How to be a woman online, Cómo ser mujer en Internet).

Iba a ser un trabajo de coordinación interna, un enlace para ayudar a las agencias gubernamentales a compartir recursos y trabajar en una agenda común. La desinformación se había convertido en prioridad para la Administración demócrata, desde la injerencia rusa en las elecciones de 2016 y, después, el asalto al Capitolio en enero de 2021. Al poco de anunciarse el cargo, la máquina mediática de la ultraderecha norteamericana inició una campaña coordinada contra ella. En sus propias palabras: “El gobierno me llamó para liderar una entidad dentro del Departamento de Seguridad Nacional para contrarrestar la desinformación y el discurso de odio, y entonces la desinformación y el discurso de odio vinieron a por mí”.

Primero fueron las noticias falsas. La cadena Fox News acusó a Biden de haber creado un Ministerio de la Verdad y etiquetó a Nina como su “zarina de la Desinformación”. Su nombre apareció en 250 secciones, vinculada a presuntos programas de control de la población. Dijeron que sería capaz de “editar los tuits de ciudadanos norteamericanos por orden del gobierno”. Editaron maliciosamente un vídeo de Nina, gran aficionada a los musicales, cantando una versión de Supercalifragilisticoespialidoso dedicada a la desinformación. Dimitió. Y dos meses después de haber dimitido empezaron las burlas machistas sobre su aspecto físico, amenazas de muerte y vídeos de pornografía sintética no consentida distribuida por la red social.

No dimitió por el acoso, asegura, sino por la falta de apoyo. La Administración respondió a la campaña congelando el departamento por tiempo indefinido, hasta que se calmara la situación. Jankowicz cogió la baja por embarazo y, cuando estaba en su casa, decidió presentar su dimisión. Ahora es la vicepresidenta del Centro de Resiliencia de la Información, una ONG especializada en combatir la desinformación contra las mujeres y las minorías que divide su tiempo entre Londres, Washington y Kiev. También ha demandado a Fox News por difamación. Piensa que predicar con el ejemplo es el mejor titular.

Cómo sobrevivir a una campaña de acoso si eres mujer

¿Sirve de algo ser la mayor experta del mundo en desinformación y ciberacoso machista cuando te conviertes en su víctima? “Es siempre inquietante sufrir este tipo de ataque, pero tuve suerte de estar preparada”, responde desde Washington, a través de la ventana de una videoconferencia Jitsi. “Había estudiado los deepfakes durante tanto tiempo que casi me pareció gracioso haber esperado tanto para enfrentarme a ello”. Aunque estaba más preparada que las niñas víctimas de los desnudos falsos de Almendralejo, por ejemplo, en muchos aspectos señala que estaba peor protegida. “En cuanto una mujer cumple 18 años, ya no nos importan sus derechos o su privacidad”. Y los acosadores lo saben.

“Cuando descubrí que había pornografía sintética con mi cara, me encontré con foros de gente que comparte trucos y herramientas para hacer este tipo de cosas”. Uno de esos trucos, explica, es mantener una lista actualizada de mujeres famosas (artistas, influencers, celebrities) que están a punto de cumplir 18, para esquivar las leyes de pornografía infantil. “Esta clase de desinformación está diseñada para humillar, controlar y expulsar a las mujeres de la vida pública”.

El colegio es el primer espacio de participación en la vida pública, advierte Jankowicz, y la pubertad marca el inicio de la desinformación.“Estas niñas reciben la advertencia desde tan pequeñas, que van a evitar cualquier trabajo o posición que implique exposición pública solo para evitar la humillación”, explica. Apartarlas de la vida pública o segregarlas por género para evitar que sean víctimas de nuevos ataques ya no es efectivo, si es que lo fue en algún momento. La inteligencia artificial generativa permite convertir a cualquier persona en un objeto sexual sin más material original que una foto de un cumpleaños o del anuario escolar. La existencia misma de la persona es la provocación. En el caso de Jankowicz, usaron fotos oficiales del gobierno en las que estaba embarazada de siete meses. “Ni siquiera parezco yo”, dice con una mueca.

Jankowizc ve improbable que se prohíba la creación de pornografía sintética en Estados Unidos. “Primero, porque se considera arte, y luego, porque hay casos de usos legítimos en la industria del entretenimiento, incluyendo la pornografía sí consentida”. También está el problema de la atribución. “Incluso cuando conseguimos identificarlo, el perpetrador puede estar operando desde otro continente, con otra jurisdicción”. La pregunta es si unos niños de 14 años deberían tener aplicaciones capaces de sustituir el cuerpo de una compañera por el de otra persona, como en el caso de los desnudos falsos de Almendralejo. “Los chicos claramente querían humillar y destruir la reputación de sus compañeras de clase, pero probablemente no eran conscientes de las consecuencias. Por otra parte, el móvil de un menor no debería permitir pornografía de ningún tipo. No creo que esa responsabilidad deba ser solo de los padres. Esas son regulaciones sencillas de implementar, especialmente en un marco regulatorio como la Unión Europea”.

Mucha tecnología y poca regulación

Jankowicz lamenta que se hable tanto de desinformación acerca de ataques nucleares y elecciones cuando los datos indican que la casi absoluta mayoría es pornografía no consentida de mujeres generada por Inteligencia artificial. “Si al mundo le importaran más las mujeres”, dice, “podría resolver el problema, pero no le importan y no lo hace. Es demasiado fácil arruinar la reputación de cualquier mujer y siempre funciona. ¿Para qué van a dejar de hacerlo? Saben que pueden tenernos controladas y dominar el espacio público, especialmente en las sociedades más jerárquicamente misóginas”.

Piensa la autora que los ataques misóginos aumentan porque ahora los acosadores tienen un vector de ataque directo contra su objetivo: Twitter. “Hicimos un estudio en 2020 comparando diferentes ataques misóginos contra políticos en Internet, y descubrimos que la gente prefiere Twitter porque permite insultar a sus víctimas directamente, en lugar de conformarse con hablar mal sobre ellas como hacen en Rumble, Truth social y demás. Quieren saber que les oyes cuando te dicen que no vales nada, que no tienes derecho a estar aquí”.

Almendralejo no será un caso aislado. El acceso masivo a generadores de pornografía sintética y a sistemas de distribución masiva y cifrada como Telegram y WhatsApp solo puede favorecer su proliferación. Podría ser el comienzo de una campaña espontánea y masiva de deshumanización y degradación de mujeres en todo el mundo, advierte Jankowicz. “Si un niño está compartiendo pornografía falsa no consentida a los 12, ¿qué clase de hombre será después? ¿Cómo va a tratar a su esposa, a sus hijas, a sus compañeras de trabajo? Hay que dejar de trivializar estos casos como cosas de niños porque no lo son: es sistémico, es endémico y no tiene por qué ser así”, sentencia.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites