Una hamburguesa vegana de la carnicería Compasión, en Madrid.JUAN BARBOSA

Decenas de científicos —incluyendo a tres premios Nobel—, políticos y activistas han enviado una carta abierta a la Comisión Europea en la que le piden invertir en innovación en proteínas vegetales como herramienta para luchar contra la emergencia climática. El documento propone al organismo europeo que, hasta 2030, destine 25.000 millones de euros —el 5% del plan de inversión del Green Deal— en impulsar la producción de estos alimentos vegetales para liderar la próxima “revolución alimentaria” que ya está en marcha.

“La agricultura y la ganadería son la mayor causa de pérdida de biodiversidad y culpables de hasta un tercio de la emisión total de gases de efecto invernadero, más que todos nuestros coches, aviones y barcos juntos”, señala el documento. “La mayor parte del daño está causado por la ganadería. Solo ella ocupa actualmente el 26% de la superficie de la Tierra, más que todos los bosques del mundo juntos”, prosigue.

En este contexto, los firmantes piden destinar dinero público para financiar la investigación en tres áreas de innovación: fermentación de precisión (que usa microfibras para producir grasas y sustancias idénticas a las que se encuentran en los productos animales, como carne o lácteos); carne cultivada (que multiplica células animales en un biorreactor para producir tejidos), y alimentos de origen vegetal (que incluyen leches vegetales, hamburguesas, salchichas y filetes de origen no animal).

Algunos de estos alimentos ya están en los supermercados, aunque en general su precio suele ser más elevado que el de sus homólogos de origen animal. George Monbiot, columnista y escritor de Reino Unido, y uno de los firmantes de la carta, explica a EL PAÍS: “Está muy bien hacer campaña y decir que la gente debería comer menos carne, leche y huevos, pero a menos que haya buenos sustitutos, será mucho más difícil. El cambio decisivo se producirá cuando estos productos vegetales que no se distinguen de los animales sean más baratos. Ese va a ser el momento para persuadir a la población”.

Leche de soja en las estanterías de un supermercado.
Leche de soja en las estanterías de un supermercado. SOPA Images (LightRocket via Getty Images)

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Monbiot —autor del libro Regénesis. Alimentar al mundo sin devorar el planeta (Capitán Swing)— señala que Singapur e Israel están trabajando ya en este tipo de alimentos, algo que también empieza a hacer Estados Unidos. “Países Bajos, Finlandia y Alemania también están haciendo investigaciones interesantes, pero de momento se ven frenados por la legislación, porque la regulación de los nuevos alimentos cuesta mucho tiempo en la UE. En principio, una solicitud debe resolverse en dos años, pero puede suspenderse en cualquier momento de forma indefinida, por lo que puedes quedarte atascado durante años, y eso puede significar que decidas que no merece la pena y te lo lleves a otra parte del mundo”.

Beneficios ambientales y económicos

La carta considera que los beneficios medioambientales y socioeconómicos de la “transición proteica” son enormes: “El cambio hacia las proteínas sostenibles podría reducir hasta en un 92% los efectos de la carne en el clima. Y las inversiones en esta industria ofrecen el mayor potencial de descarbonización por dólar invertido, por encima incluso que las inversiones directas en energía limpia”.

Además, desde el punto de vista ecológico, “al liberar de la ganadería áreas inmensas de tierra, esta transición haría posible recuperar espacio natural a una escala sin precedentes y podría ayudar a recuperar hábitats vitales y reducir los niveles de carbono”. Mientras, desde el punto de vista económico, “una implementación plena de proteínas sostenibles en el sector podría suponer 1,1 trillones de dólares de valor agregado bruto, y crear hasta 9,8 millones de empleos verdes en todo el mundo de aquí al año 2050″.

La misiva ha sido enviada este miércoles a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; a la vicepresidenta económica en funciones del Gobierno de España, Nadia Calviño; así como a los comisarios europeos Maroš Šefčovič, Iliana Ivanova, Janusz Wojciechowski y Virginijus Sinkevičius. Entre los firmantes hay tres premios Nobel: Sheldon Glashow y Roger Penrose, ambos galardonados en Físicas, y Richard Roberts, que recibió la distinción en Medicina. Además, se adhieren a ella la exvicepresidenta de la Comisión Europea Neelie Kroes, la exjefa de la Oficina del Clima de la ONU Christiana Figueres, y tres excomisarios de la Unión Europea.

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